El segundo concierto de la Orquesta Metropolitana de Saltillo también ofreció un repertorio que amplía la oferta a la que está acostumbra el público local
La noche de este viernes la Orquesta Metropolitana de Saltillo salió por segunda ocasión en su trayectoria a escena. El Museo de la Aves de México nuevamente fue la sede de esta propuesta musical que busca darle visibilidad a la música de cámara, estimular las carreras de los jóvenes músicos de la ciudad y entregar una experiencia agradable, cuando no inolvidable, al público.
Bajo la batuta de la maestra Natalia Riazanova, cuyo carisma encantó a los asistentes que prácticamente llenaron el auditorio, se sumó a su energía al frente del conjunto, que mantuvo la atención de los presentes ante piezas que, probablemente, nunca antes habían escuchado.
El repertorio de la noche estuvo integrado por la Sinfonía no. 10 de Mendelssohn, con la que comenzaron a calentar el ambiente, antes de pasar a la juguetona Sinfonía Simple de Benjamin Britten. Riazanova destacó en esta obra el hecho de que fue compuesta a partir de pasajes que Britten escribió cuando tenía entre 9 y 11 años y que retomó años después.
La OMSA demostró su versatilidad y el avance en el sonido unificado al que aspiran con esta interpretación, que fue seguida por la Serenata de 4 Movimientos de Elfrida Andrée, compositora sueca que logró tener un lugar en la música de concierto cuando otras mujeres no podían y abrió camino para que más lo hicieran.
Sin intermedio, pasando de una pieza a la siguiente e incluso aprovechando una serie de aplausos entre movimientos —por etiqueta prohibidos—, para ahondar en lo que escucharían, sin reprender al público y celebrando la efusividad con la que recibieron la interpretación previa, la Metropolitana de Saltillo culminó este evento dejando satisfecho a su público y a la espera de más.
